Ordesa no es bonito, Ordesa es una locura.

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Acabo de volver de Ordesa y he visto claro que estos viajes hay que contarlos a cuanta más gente mejor. Viajes en los que visitas el que sientes que es uno de los lugares más impresionantes en los que has estado y estarás. Era mi cuarta vez en Ordesa y siempre he vuelto emocionado, pero esta vez, aún más. 

Por la época del año y por la racha de lluvias que llevamos, nos hemos encontrado con un Ordesa lleno de agua, de vida, de misticismo... de magia. Nos ha mostrado un ambiente y una atmosfera espectaculares  que nos han llevado a disfrutar de este sitio como nunca. Llegando a lugares a los que nunca había llegado, como las Gradas de Soaso, a través de una ruta de 5 horas ida y vuelta, la cual acabé con la pierna hinchada por una tendinitis, pero que mereció la pena.

Gradas de Soaso. Valle de Ordesa. 

Gradas de Soaso. Valle de Ordesa. 

Durante la ruta pasamos por las cascadas de la Cueva y del Estrecho, con muchísima agua, nunca las había visto así y todas las personas con las que hablábamos nos decían lo mismo. 

Cascada de la Cueva. Valle de Ordesa.

Cascada de la Cueva. Valle de Ordesa.

Para la próxima vez, que la habrá, ya solo nos quedan pendientes la Cola de Caballo y el refugio de Goriz y estoy seguro de que lo haremos. Quiero conocer este lugar por completo y no dejar ningún punto sin visitar.

El tercer día, subimos a los miradores de Ordesa. Un lugar desde el que se ve toda la belleza que guarda en su valle y en los que te encuentras frente a frente con las espectaculares paredes que lo forman. 

Vista del Valle de Ordesa desde sus miradores. 

Vista del Valle de Ordesa desde sus miradores. 

Desde ahí arriba nos dimos cuenta de lo lejos que habíamos llegado el día de antes, al ver la distancia que separa el parking de las Gradas de Soaso. 

Tuvimos que ir a contrarreloj, disfrutando de cada mirador sin perder de vista el cielo amenazante de lluvia, subiendo a cada uno de ellos casi corriendo para poder disfrutarlos durante más tiempo. Eso sí, al llegar a ellos, todo se paraliza, tu cerebro tarda unos minutos en asimilar tanta belleza y permitirte hacer algo, o pensar en otra cosa que no sea lo que estás viendo. 

En ellos se respira un aire especial, mágico. Sus paisajes te atrapan, no puedes dejar de admirarlos y se quedan para siempre en tu memoria pidiendo volver una y otra vez.

Vista del Valle de Ordesa desde los miradores con el Monte Perdido al fondo. 

Vista del Valle de Ordesa desde los miradores con el Monte Perdido al fondo. 

Además, tuvimos la suerte de hacer la excursión con un verdadero crack, Javi, de Ordesa4x4. Se portó de maravilla con nosotros, nos reímos muchísimo con él y hasta nos llevo a miradores a los que no suelen llevar al resto de excursiones, por no ser del todo accesibles ni seguros. 

El clima no ha sido el mejor, aunque nos ha respetado bastante, no hemos podido disfrutar de todos los lugares como nos hubiese gustado. Han faltado cosas, pero Ordesa nunca defrauda, siempre se supera.

Ordesa no es bonito, Ordesa es una locura.